lunes, 2 de enero de 2012

La llanura y el pequeño montículo

Mi madre siempre dice que la puszta húngara le recuerda a la Pampa. Cuando estuve en Argentina, la llanura cobró su magnitud a través del movimiento, de las horas de autobús, en las que el paisaje permanecía, se alargaba, se extendía hasta el infinito. Supongo que el desierto no está hecho para ser mostrado de forma estática, sólo se puede entender su grandeza a través del movimiento.


Hoy pienso en los travellings y en los recorridos en steadycam del cine de Béla Tarr, un director amante de los movimientos de cámara, de las coreografías cotidianas. Pensé en las espaldas de esos hombres que caminan por la puszta, contra el viento, ensanchando el paisaje y a su vez el tiempo.

En The Turin Horse hay un montículo, detrás del cual desaparecen los protagonistas cuando se han quedado sin agua. Detrás de esa pequeña montaña, buscan algo mejor, la supervivencia. Tarr crea así un doloroso (y con un poco de sorna) fuera de campo: sólo vemos como regresan pues o bien no encontraron nada o aquello que vieron (y nosotros no) fue terrible.

1 comentario:

  1. No sabía yo como explicar la increíble sensación de conducir kilómetros y kilómetros por una zona apartada de EEUU (en plan centro de Texas, Arizona, algo así) hasta que he leído esto de "Supongo que el desierto no está hecho para ser mostrado de forma estática, sólo se puede entender su grandeza a través del movimiento." Pues eso, la grandeza (del desierto, de la llanura)a través del movimiento, es exactamente eso. Post molón para comenzar el 2012, sí señor!

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