domingo, 18 de marzo de 2012

Ojos que no ven


Ella sospecha que el camarero miente y está dispuesta a demostrarlo. Por eso, Siodmak la deja al final de la barra, iluminada, impasible, una amenaza taimada y paciente. Corona la escena con una colección de fueras de campo, pues todo en La dama desconocida se gesta sobre la luz y la sombra y sobre aquello que no se ve.

Lo que sí que vemos es el rostro de una mujer que debería servir de coartada para un hombre acusado de asesinato. A lo largo de la primera parte del filme, su evocación parecerá más bien la de un fantasma. Resulta curioso como, a medio camino, Siodmak logra convertir una película de intriga en el retrato de un asesino. En cierta manera, el trazo resulta similar al de Nachts, wenn der Teufel Kam, oscuro relato en torno un asesino en serie en la Alemania nazi (¿¡y de cómo los mismos culpables del Holocausto quisieron esconderlo porque no podían asumir que el país contara con un demente, un asesino múltiple!?). Nachts, wenn der Teufel Kam, se inicia con una magistral escena nocturna: un monumento al fuera de campo.

En La dama desconocida todo se construye a través de lo que no se ve. Una esposa fallecida, el sonido de un coche al chocar o la declaración de amor final: para Siodmak, el misterio y el romance discurren siempre en fuera de campo.